La razón: inminente, decidida y tenaz siempre dijo – Sí puedo. El cuerpo: transitorio, sincero y veraz decía – No aguanto. No lo escuché sino después de varios gritos de auxilio, cuando parecida a la lucecita que se enciende en el tablero del carro cuando me quedo sin gasolina, hubo varias llamadas intermitentes conjugadas en un «no me siento bien». Desconozco todavía el límite entre los padecimientos físicos y los psíquicos, cómo y cuándo dejan de ser algo particular y aparece la alquimia en la escena. Pero el misterio trasciende el pensamiento y cada dolencia de esas que no creemos que suceden por estrés, que son típicas del crecer, vivir, querer sinceramente, todo eso se queda y se refleja en el cuerpo. Siempre doy gracias por el amanecer, por esa oportunidad de comenzar desde cero lo que creemos enderezar o continuar con la pretención de seguir, sólo seguir. En ese instante y en un acto que puedo resumir en pocos segundos doy gracias por todo lo que puedo sentir, por mi cuerpo y su finalidad, por ser visible, algo más que el rocío. Ha sido el cuerpo con sus advertencias el mejor aliado, pero sólo cuando me dediqué a escucharlo pude entender otra gran cantidad de pensamientos que siguen activos por aquí. Sólo después de escucharlo y atender lo incomprensible me di cuenta: Todos tenemos en nuestras manos la decisión de aproximarnos al bienestar, pero el ego nos distrae, nos hace malas jugadas, nos retrasa, nos embeleza… y el alma con su condición babosa de mantenernos en una búsqueda más lenta e instrospectiva, hacen un coctelito de vida que a ratos sabe a remedio y al segundo siguiente a dulce de coco. Subestimé el estrés en un determinado momento de este año, no supe decir no frente a una avalancha de condiciones indeseables y no tuve otra opción que lidiar con mil demonios, ángeles y animales de todas las especies… sin conocer las armas para salir ilesa. Usé mi reserva de energía, esa que se guarda en la adrenalina y ese fue mi estímulo y sustento hasta hace pocos días. Dije sí puedo sin poder, sin tener las condiciones precisas y óptimas para lograr lo que no aplaudo.
Me ha dado por pensar que mis ciclos ya se perdieron como ocurre con el cambio climático, mis ciclos de crecimiento son así, llegan por la puerta de atrás, me sorprenden por la espalda, me jamaquean, me revuelven y tan fiel el cuerpo va tras el ego y dice: «Tengo que vivir!!» Eso fue lo que dijo el cuerpo antes de yo poder pronunciarlo tan simplemente: «Tengo que seguir viviendo!!» Y así, en una situación de estrés y otros calificativos, que sin dudas se unió a otras situaciones propias del crecer o reconocerse en la convivencia, así fue como me quedé sin norepinefrina.
Agoté mis reservas de energía que venían chuecas de un sólo trancazo y me quedé sin defensas para seguir. La norepinefrina, que normalmente se libera cuando una gran cantidad de cambios fisiológicos son activados por un evento estresante, quedó en el menos nivel de reserva. Wow, no dejo de sorprenderme… la vía normal de la relación de las células las lleva a comunicarse a través de sustencias químicas llamadas neurotransmisores, hay muchos, pero la norepinefrina es la que se activa en las mañanas, permite estar alerta, descansado, pendiente, sin sueño, con ánimo y se entrelaza con otros caminos del sistema nervioso central. Total es que sin esa sustancia química ocurre con frecuencia el letargo, sueño excesivo, sensación de mareos, ganas de desplomarse, inapetencia, frío interno, casi como estarse marchitando, entre otros ejemplos. Ha sido todo un hallazgo enterarme de las amplias relaciones que mantienen las dolencias físicas y las angustias, aquí no se aplica eso de cada cosa es su lugar sino por todas partes, las fronteras entre algo que duele físicamente y otra cosa que duele sentimentalmente son puro cuento, todo duele y se refleja en el cuerpo mientras seguimos encontrando dónde queda o a dónde va eso que duele y no reside en sangre, ni órgano, pero parece estar en poros, células y glóbulos. Vale mil veces la pena atendernos, porque es un trayecto igual o peor de espinoso al hecho de no atenderse, pero… se vive más en sintonía con el bienestar. Buscas y aprendes, te sorprendes de lo que consigues en tus pozos, bajas, subes, vas acompañado o solo a las consultas, pero el balance es siempre favorable a la vida. Pasarán meses, ya me lo advirtieron, para recuperar todo lo que perdí en menos tiempo, pero descubrí en mí una fuente extraviada de paciencia que no le presto a nadie y a nada, para seguir. Debe ser por eso que no aguanto últimamente la montonera de gente, las reuniones, etc. Debe ser… También me advirtieron que estoy así como en el primer escalón rumbo a la cima de la Pirámide de la Luna en esto de conocer los límites entre la razón y el alma, aproximada más hacia el instinto de sabiduría que a la inteligencia…pero desde este primer escalón que me ha tomado al menos seis meses conquistar, noto y aprendo que la vida no se mide por los descansos que tomamos, sino por los momentos que nos roban el aliento.